Barrio San Antonio

Inicio / Patrimonio / Barrio San Antonio

Mapa de situación

Ir

El barrio de San Antonio, configurado a partir de un trazado regular de calles rectas y paralelas entre las calles San Antonio, antiguo camino real que conducía hacia el sur, y el Amparo, surge con una planificación urbanística de concepción renacentista, novedosa en aquel momento. Es resultado de la ampliación del caserío icodense que tiene lugar dentro del segundo tercio del siglo XVI, y se ejecuta a partir de iniciativa privada. Por su significación histórica, se encuentra dentro del conjunto Histórico declarado como Bien de Interés Cultural.

Origen del Barrio

Alonso Borges y su mujer Isabel Hernández, vecinos de Icod, organizaron una parcelación de sus tierras en la zona comprendida entre las actuales calles el Amparo y San Antonio, que se unen algo más arriba de la ermita. De esta forma surgió primero la calle del Hospital (hoy de Manuel González Trujillo) que en el siglo XVII recibía el nombre de Gonzalo Baez (allí vivía el presbítero Gonzalo Baez Borges, el fundador de la capilla de la Magdalena, en San Francisco y de la ermita de San Felipe). Más arriba se trazó la calle del Beco (portuguesismo que significa callejón). La idea era lograr un trazado lo más regular posible, pero las características del suelo provocaron ciertas curvaturas o inclinaciones.

Créditos foto: Calle San Antonio. Archivo de fotografía histórica de Canarias. Cabildo de Gran Canaria/Fedac

El terreno delimitado por estas dos vías hasta la acera sur de la calle del Agua se hallaba cultivada de viña y pertenecía al convento de monjas claras de la ciudad de La Laguna.
En aquella época era negocio importante el de corta y sierra de madera, material fundamental en la construcción de edificios y para el astillero que se pone en marcha en 1590 en la Caleta de San Marcos para la construcción de varias naves que acrecentaran la flota española, con el objeto de hacer frente a los numerosos ataques de piratas en la ruta atlántica. Fueron muchos los carpinteros y calafates que se trasladaron a Icod a trabajar en la serrería, que estaba situada un poco más arriba de la ermita de San Antonio y dio nombre al caserío conocido como el Aserradero. En este vivía un carpintero llamado Gaspar Pérez que se había enriquecido con el negocio de la madera y quiso aumentarlo comprando a las monjas claras la zona de viña de su propiedad. A su fallecimiento, fue su viuda Francisca Aguiar quien llevó a efecto el contrato el 13 de agosto de 1572.

Ella y sus hijos dividieron el terreno en cuatro calles paralelas, que trazaron ellos mismos, distribuyéndolos en solares de veinte pies de calle y cuarenta de fondo, con casa y corral, que adjudicaron a cambio del pago de un censo, con la obligación de fabricar una casa en cada uno dentro del año siguiente a la adquisición. Estas calles pasaron a denominarse calle de Borges (luego del Agua), calle de la Fuente (frente a la fuente del abasto público), calle de Juan Lázaro (que pasó a ser de las Cruces) y la calle de la Rosa (antes de Andrés López).

El barrio fue creciendo y con el tiempo se fue desarrollando una actividad industrial familiar que adquirió gran relevancia y se mantuvo durante mucho tiempo: la elaboración de sedas para la fabricación de tejidos, cintas y medias. El barrio contó con más de cien telares, ubicados en las casas, y los productos manufacturados se exportaban a Europa y América. Existen noticias del desarrollo de esta actividad en Icod a partir del segundo tercio del siglo XVI, y fue posiblemente introducida por artesanos portugueses. Se consolida en el siglo XVIII, y se continuará hasta su extinción en el siglo XX. Cuando ya contaba con cierta importancia, el tercer adelantado, Alonso Luis Fernández de Lugo, no dudó en ordenar la plantación de morales en sus terrenos, cuyas hojas eran imprescindibles para la cría de los gusanos de seda.
Los talleres tenían una carácter familiar y el oficio se iba transmitiendo de unas generaciones a otras.

DESCRIPCIÓN

Ascendiendo por la calle San Antonio, por la que antiguamente se transportaba la madera desde la zona conocida como El Aserradero en dirección, primero al primitivo ingenio del Adelantado y más tarde hacia los astilleros situados en la Caleta de San Marcos, los inmuebles conservan en gran parte su morfología original. Son sencillas edificaciones levantadas a partir del siglo XVIII, de una sola planta y cubierta de tejas o de azotea, que pertenecían a familias de artesanos y campesinos. Sin embargo, el arranque de la calle desde la plaza de la Constitución o de la Pila, conjuga algunas edificaciones de carácter noble, donde varias de las principales familias icodenses asentaron sus casas: tal es el caso de la casa de los marqueses de Santa Lucía, o los anejos hospital de Dolores y la iglesia de Nuestra Señóra del Tránsito, o la casa Álvarez, que hace esquina con la plaza. Unos metros más arriba se alza el conocido drago de San Antonio, otro de los elementos patrimoniales de la localidad.

En el extremo de la calle se localiza la ermita de San Antonio fundada en los primeros años del siglo XVII por Baltasar Hernández de la Guardia como agradecimiento por la liberación de la epidemia de peste. El conjunto histórico se prolonga hasta la confluencia entre las calles San Antonio y el Amparo. Algo más adelante nos encontramos con otro Bien de Interés Cultural, la Casa Campino siguiendo el Camino de El Amparo; se trata de una hacienda rural, con todos los elementos que caracterizan a este tipo de inmuebles, que en la actualidad ha quedado unida al casco urbano de la ciudad.

En sentido descendente, los inmuebles que se alinean a ambos lados del Camino de El Amparo mantienen las mismas características ya señaladas, aunque con un predominio de los ejemplos de arquitectura popular de finales del XVIII y XIX, confluyendo en uno de los monumentos histórico-artísticos más señalados de Icod: el Convento franciscano del Espíritu Santo.

TRADICIONES

En el barrio se mantiene una de las tradiciones más singulares de la isla de Tenerife, que son los globos de San Antonio. La tradición de volar globos aerostáticos era común a varios barrios icodenses pero hoy se ha mantenido únicamente en la zona de San Antonio, gracias a la labor de recuperación de don José Delgado Socas, más conocido como “Pepe El Capijo” y que ha mantenido su familia. Esta tradición se celebra durante las fiestas de San Antonio, en junio. Los globos están fabricados con papel, caña y pegamento, y se decoran con mensajes. Son elevados con aire caliente, evitando el uso del fuego.

¿SABÍAS QUE…?

Las maderas procedentes de la parte alta del barrio, donde se localizaba el aserradero, eran transportadas hacia la zona baja hasta la caleta de San Marcos, en un trayecto descendente que tendría lugar con mucha probabilidad por las calles de San Antonio y Hércules, que antiguamente formaban una sola vía, que continuaría hasta el mar. Esta circunstancia es el origen de las tradicionales tablas de San Andrés, sin duda una de las tradiciones más singulares y conocidas de Icod de los Vinos, y que se celebra con posterioridad a la fiesta del Apóstol San Andrés. La tradición consiste en deslizarse sobre gruesas y pesadas tablas individuales o tablones de tres a seis personas, construidas con madera de tea, previamente lubricadas con sebo, por las más acusadas cuestas de la población. Se desciende adquiriendo gran velocidad hasta quedar frenadas por el choque violento contra un montón de neumáticos o sirviéndose de resistentes remos de haya o brezo que permiten el frenado al final del trayecto.

Mapa de Situación

Proyecto de Empleo Subvencionado por el CABILDO INSULAR DE TENERIFE en el marco de programa MEDI FDCAN con la colaboracion del Excmo. Ayuntamiento de Icod de los Vinos y realizado por el equipo de Icod Sostenible 2022

Patrimonio

Atención al público

Ayuntamiento de Icod de Los Vinos, Plaza Luis de León Huerta, S/N - 38430

Tel. 922 86 96 00