Convento Franciscano del Espíritu Santo

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El Convento franciscano del Espíritu Santo, el segundo de los fundados en la ciudad, es uno de los mejores bienes del patrimonio icodense gracias a la conservación de gran parte de su esencia arquitectónica. Iniciado en 1641 a partir de las donaciones de la familia Alzola, el convento se mantiene activo hasta 1823 (en el que se extingue la vida conventual); desde entonces ha tenido usos diversos como acuartelamiento militar, sede de la banda de música, teatro municipal, centro de enseñanza o sede del ayuntamiento, hasta llegar a nuestros días, con la instalación de la biblioteca municipal. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1986 e integra en su conjunto la iglesia conventual de San Francisco, y varias capillas, entre las que destaca la de Nuestra Señora de los Dolores, levantada en la segunda mitad del siglo XVIII y con uno de los mejores artesonados de estilo portugués de las islas.

Origen

Tras una primera petición hecha en 1584 para fundar en Icod un convento franciscano, no es hasta 1641 cuando se inicia esta fundación, gracias a las donaciones de don Francisco de Alzola y el capitán don Gaspar de Alzola y Torres. A lo largo de los años, fueron muchas las familias icodenses que contribuyeron a acrecentar los terrenos para su construcción, que fue creciendo hasta configurar el conjunto arquitectónico que vemos hoy. Los frailes que vinieron a habitar el convento deberían pertenecer a la rama de la Recolección, más austera que otras, según petición expresa de los fundadores. Además, la comunidad destacó por su labor en el campo de la enseñanza, impartiendo en sus inicios las primeras letras, y más adelante instituyendo las cátedras de Gramática, Filosofía y Teología, saliendo de sus aulas algunas de las personalidades más destacadas del municipio.

CONSTRUCCIÓN

El convento se distribuye alrededor de un amplio claustro, en cuya planta baja se localizaban las cocinas, el refectorio y las capillas de La Magdalena, la capilla de la Orden Tercera, y la de la Concepción y San Juan Bautista. En el piso superior, al que se accede por una amplia escalera de madera, se situaban las celdas, y en el centro del claustro, una fuente monumental de piedra que representa al dios Neptuno.
Adosada al templo se encuentra la iglesia conventual, y adosada al muro norte, la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores. La parte posterior del conjunto estaría ocupada por zona de huertas que abastecerían a la comunidad.

La fachada del convento y de la iglesia están en un mismo plano, ambas de gran sencillez constructiva y separadas por el cuerpo que sostiene la espadaña de la iglesia. Algunos vanos en la parte superior y sendos arcos de medio punto de acceso a la portería y a la iglesia son los únicos elementos que destacan al exterior. Lindando con la calle del Amparo existe una pequeña plaza (la actual Plaza de Domínguez Alfonso), que se cita ya en 1642, y se encuentra sobreelevada debido al desnivel existente en esa zona, por lo que se protegió con un antepecho.

Desde el exterior se accede al espacio de la portería, hoy de menor tamaño que en origen, y donde se repartía limosna a los mendigos. El acceso al claustro originalmente quedaba oculto desde el exterior, para guardar la clausura; sin embargo, este acceso quedó incluido en el espacio que ocuparía la capilla de la Orden Tercera, debiendo abrirse otro en el mismo eje que el acceso principal al convento.

EL CLAUSTRO

Un amplio claustro cuadrado ordena las dependencias del convento. Tiene suelo de cantería, y consta de dos plantas, la superior abierta, con antepecho de cuarterones y balaustres, y finas columnas de separación sosteniendo la cubierta, todo ello en madera de tea; este esquema se repetía en la planta inferior, aunque a mayor escala (como ocurre en el convento franciscano de Garachico), si bien los antepechos de cierre entre los plintos de las columnas fueron suprimidos a finales del siglo XIX, lo que explica la desproporción que hoy apreciamos en la altura de estas columnas. En uno de los ángulos del claustro arranca la escalera de madera de acceso a la planta superior donde se situaban los dormitorios.

¿SABÍAS QUE…?

En el centro del patio sobresale una fuente monumental de piedra, coronada por un dios Neptuno barroco realizado en mármol. La escultura no formaría parte del diseño original de la fuente, sino que fue colocada posteriormente sobre la taza. Neptuno aparece desnudo, cubierto solo por un lienzo y sujetando un tridente con el brazo derecho, que desapareció en un traslado, conservando únicamente el izquierdo con el que sujeta el lienzo. Esta escultura de taller italiano y la primera en Canarias dedicada a un personaje mitológico sería, según la tradición, un regalo que unos viajeros italianos hicieron al convento en agradecimiento por haberlos alojado.
Tras la Desamortización, el convento se convirtió en edificio público, pasando su propiedad al Estado, pero la declaración de la escultura como bien municipal y su traslado a una plaza pública (la actual plaza de Luis León Huerta), la salvó de correr la misma suerte que el convento, permaneciendo allí hasta mediados del siglo XX en que se reintegró a su primitivo emplazamiento. La escultura era conocida como el “santo del belgo”, por recordar el tridente al apero utilizado para aventar el trigo.

PLANTA SUPERIOR

En el ángulo sureste del claustro un gran arco de medio punto de cantería da acceso a la escalera de subida a la planta superior; tiene dos tramos, pasamanos con remate de bolas y el espacio se cubre con armadura octogonal, todo ello realizado en madera de tea. Junto a la escalera se encontraba la enfermería, desaparecida cuando las estancias adyacentes se transformaron para teatro. En el descansillo existió un retablo y altar dedicados a Santa Bárbara, ambos desaparecidos.
En el piso superior se encontraban los dormitorios de la comunidad, organizados según categorías, siendo el de mayor rango el del Padre Guardián, situada en el ángulo próximo a la capilla de los Dolores, que contaba con dormitorio y sala contigua; las celdas de los padres estaban divididas mediante tabiques y daban a la plaza, mientras que los novicios y estudiantes dormirían en una amplia sala, con ventanas hacia la huerta. A mediados del siglo XVII se organizó junto a la escalera una celda más lujosa para el padre provincial, donde se guardaban algunas imágenes y enseres de la capilla de la Magdalena.

CAPILLAS

Entre la enfermería y el refectorio, los frailes cedieron un espacio para instalar una capilla privada al capitán Juan Truxillo de Alzola, a su hermano el presbítero Lucas Martín Truxillo y al sobrino de ambos el capitán Juan García de Padilla. La capilla, dedicada a la Concepción y San Juan Bautista, tiene una sencilla armadura mudéjar y albergaba las imágenes de los titulares, hoy en la iglesia de San Marcos. Este espacio sufrió cambios al utilizarse para ampliar la sala destinada a teatro, aunque se intentó recuperar parte de su fisonomía en los años 70 del siglo XX.

Junto a la portería se levantó la Capilla de la Orden Tercera, un pequeño espacio rectangular de techo plano, cedida a esta orden, formada por seglares que tenían derecho a enterramiento en su cripta y a contar con la presencia de la hermandad en sus funerales. La imagen del Señor del Huerto, hoy en la iglesia de San Francisco, pertenecía al retablo de esta capilla. Este espacio se dividió en dos para albergar dos aulas del colegio de Enseñanza Media, que estuvieron en funcionamiento hasta que se convirtieron en salas de la biblioteca municipal.

En el muro sur del claustro se abre el acceso a la capilla de la Magdalena, espacio dado a la familia Évora, doña María Magdalena de Évora y su hijo el licenciado Gonzalo Báez Borges. Esta capilla, que contaba con espacio para un altar y estancia contigua para albergar los sepulcros de sus patronos a modo de panteón, fue una construcción excepcional en la época, cuando lo habitual era que los sepulcros se situaran bajo el altar. En el siglo XVIII este modelo sería replicado con mayor profusión en la Capilla de los Dolores. La capilla de la Magdalena acaba su construcción en 1662, y consta de un espacio cuadrado, cubierto por un precioso artesonado mudéjar de madera policromada que fue en la época uno de los más bellos de la isla. A los lados del altar, dos puertas daban acceso a la sala de enterramiento, que hacía de sacristía. La techumbre era de vigas en forma de cuadrícula, con rosetas talladas y doradas en las uniones que desaparecieron en las obras de los años 70. Existió un coro y dos tribunas bajo él, destinadas a la familia de los patronos.

La capilla estuvo dotada de diversos retablos e imágenes, algunos de los cuales figuran entre las mejores obras del archipiélago. En la antesacristía anexa a la capilla, estaban los desaparecidos retablos de San Buenaventura y el de San Francisco Javier, cuya imagen titular se trasladaría a San Marcos (hoy en el retablo mayor). Diversas esculturas procesionaban en la Semana Santa, como las del Señor Predicador y la Magdalena, que inauguraban los desfiles procesionales del lunes santo junto con los doce apóstoles, la Virgen de la Soledad (en paradero desconocido), y el Cristo de la Expiración, uno de los más valiosos de Canarias que hoy se encuentra en la iglesia parroquial de San Marcos. En esta capilla se encontraba también la famosa Cruz de filigrana de plata, la más grande del mundo en su tipología, procedente de Cuba y que hoy se puede contemplar en la iglesia parroquial de San Marcos.

¿Dónde está?

HORARIO

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SABADO
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DOMINGO
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