Iglesia Nuestra Señora del Amparo

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La primera ermita de fundación privada de Icod y la tercera construida en el municipio se encuentra en el barrio del Amparo. El conjunto arquitectónico de ermita y antigua casa del ermitaño destaca en la amplia plaza que las precede, siendo un entorno que a pesar de las profundas transformaciones sufridas a lo largo del tiempo, mantiene aún rasgos tradicionales que lo han hecho merecedor de declaración como Bien de Interés Cultural (BIC).

Historia

La ermita se construye en 1598 a instancias de Pedro Méndez, conocido como Pedro de la Cruz, en terreno de su propiedad en la zona alta del valle de Icod. Pedro de la Cruz, hijo único del matrimonio de Bartolomé Méndez e Inés Remona, y posible descendiente de Diego de León, uno de los conquistadores de la isla, invirtió parte de su patrimonio en la construcción de esta ermita, que se puso bajo la advocación de Ntra. Sra. del Amparo, trayendo de Roma la imagen de la Virgen. Pedro de la Cruz vivió haciendo obras de caridad, y atendiendo a la ermita durante muchos años, junto a la que levantó una pequeña vivienda, hasta que al final de su vida decide ingresar en el convento de San Sebastián de Icod, como novicio en marzo de 1608 vistiendo el hábito de la Orden de San Agustín. Fue una figura muy respetada por su ejemplo de vida humilde. Tras su muerte la ermita pasó a depender de la iglesia parroquial de San Marcos.

ORIGEN DE LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN DEL AMPARO. LA PRIMERA ERMITA

Probablemente la imagen de la Virgen del Amparo fue ofrecida a Pedro de la Cruz por el Papa en su viaje a Roma, que se produciría después de 1587. Tras la muerte de sus padres decide levantar una ermita y vivir apartado, para cuya construcción se le concedió licencia con el compromiso de dotarla del pago de un tributo que debía pagarse en el mes de diciembre, el día de la festividad de la Virgen de la O, a partir del año 1598, año de construcción de la ermita. Pedro de la Cruz, como fundador y patrono, quedaba como dueño de la ermita y encargado de administrar el pago del tributo, de lo que se encargaría tras su muerte un mayordomo designado al efecto.

En un principio se vinculó la festividad de Nuestra Señora del Amparo al mes de diciembre, pero por su coincidencia con la celebración de la Virgen de la O, se trasladó al día 5 de agosto. El culto a la Virgen y la obtención de indulgencias atrajeron a gran cantidad de peregrinos hasta la ermita, convirtiéndola en uno de los principales lugares de culto de Icod.

El paso de los años deterioró la fábrica hasta el punto de tener que reedificarla en los albores del siglo XVIII, iniciativa que parte del mayordomo don Pablo Pestana y Montiel, bendiciendo la nueva obra el 8 de mayo de 1709. Entre los años 1713 y 1724 se procedió a dorar nuevamente el antiguo retablo de la Virgen. En 1730 se construyó la sacristía. Más adelante en torno a 1733, se adquirieron para la Virgen otras andas, en madera dorada, que eran las antiguas de la procesión de Corpus, compradas a la Hermandad del Santísimo de la iglesia de San Marcos. La gran afluencia de devotos en especial el día de celebración de la Virgen hace necesario ampliar la ermita, comenzando por aumentar la altura de la capilla mayor y abrir en la parte trasera un camarín, obras que se llevan a cabo entre los años 1751 y 1754. El agrandamiento de la capilla conlleva la fabricación de un nuevo retablo, mejor adaptado a las nuevas proporciones.

En 1776, se adquieren dos lienzos pintados al óleo, de San Pedro y San Pablo, para los laterales del retablo, y que fueron trasladados a la nave en época posterior al adquirir las imágenes de San Isidro y San Antonio Abad. La policromía del retablo es posterior, entre los años 1784 y 1789. Las obras de reedificación afectaron también al exterior del templo, ya que la ermita se encontraba sobre un pequeño montículo y había que ir adecuando el terreno circundante a las obras de ampliación por la llegada masiva de peregrinos.

ARQUITECTURA

En el exterior llama la atención la existencia del pórtico de acceso, conocido como media naranja, elemento presente en otros templos en Icod, como las ermitas de San Antonio o Buen Paso. Es un espacio rectangular abierto por arcos de medio punto sobre columnas y pilares de cantería, y cubierto por un artesonado de madera de par e hilera y tejado a cuatro aguas, si bien esta estructura no es la original. Si nos basamos en un dibujo conservado de 1792, este espacio no estaba techado, tenía ocho travesaños apoyados en pies derechos de madera, y estaban unidos en el centro con un polígono de ocho lados. Probablemente se cubriría con un emparrado, lo que dotaría al espacio de gran belleza ornamental en los días de fiesta, dando quizá origen a la costumbre posteriormente arraigada de decorar la media naranja con cestas de frutas colgando del artesonado.

La plazoleta del lado norte se hizo durante las obras de reconstrucción, a comienzos del siglo XVIII. La iglesia comunicaba a este espacio por la puerta norte, provista de dos gradas de piedras, una de las cuales fue hecha con el fuste de una columna cajeada que pudiera proceder de una antigua fachada de la ermita o de su arco de la capilla. Por este lado se completa la fachada de la ermita mediante una espadaña que no es la original. Se levantó en el año 1796, con cantería adquirida en Interián. A ella se subiría por escalera de madera que fue sustituida por la de piedra hecha en 1832, colocando posteriormente una baranda.

La zona exterior correspondiente a la plaza ha sufrido transformaciones a lo largo de los años hasta darle el aspecto que hoy tiene; del paseo existente frente a la media naranja limitado por un muro almenado y cerrado con portalón coronado por tres almenas, se pasa a ampliar el espacio para dar cabida a la cantidad de personas que se acercaban en romería los días de fiesta. Se suprimió el muro y el portalón del paseo, para unir este con la plazoleta y se levantó un muro de contención de las tierras que estaban sobre ella. El espacio resultante era un espacio ideal para instalar ventorrilos y el escenario que se montaba anualmente para las famosas comedias. Algunos añadidos posteriores desvirtuaron espacio original y la belleza del conjunto histórico, si bien en época reciente se eliminó la construcción de la casa parroquial que se había añadido, recuperando el conjunto parte de su esencia constructiva.

LA CASA DEL ERMITAÑO

La casa del ermitaño es según la tradición, la construcción adosada al cuerpo de la ermita, aunque su parte alta es de época posterior, del siglo XVIII. Es una de las más antiguas muestras de arquitectura rural de Icod, aunque su estructura ha sufrido transformaciones, como la eliminación de una habitación que ocuparía el espacio por el que hoy pasa el camino de delante, conservando la pared donde hoy han quedado a la vista una viga y los pies derechos de madera y zapatas que la sostienen. El cuarto bajo estaría destinado a bodega.

INTERIOR

Entramos a la ermita por el arco de medio punto que da acceso a la zona de los pies, quedando a la derecha la nave única de la ermita, con cubierta de madera de par y nudillo y almizate decorado con florones tallados y lazos. Frente a la puerta de acceso por el lado sur, existía otra que quedó cerrada al interior, acabando con la tradicional entrada de la Virgen por ese lado, de regreso de la procesión, tras haber inclinado los cargadores a la Virgen para hacer la reverencia en dirección a la iglesia de San Marcos.

La nave desemboca en la capilla mayor, espacio cuadrado al que se accede mediante gradas y en el que destaca su llamativa armadura mudéjar policromada ochavada, de limas moamares y con almizate poligonal decorado con lazos.
Un magnífico retablo barroco, datado en la segunda mitad del siglo XVIII, protagoniza el espacio. Su hornacina central acoge la imagen titular de la iglesia, Ntra. Sra. del Amparo. El retablo es un ejemplo del estilo rococó imperante en Canarias en la época, y en el que destaca su vistosa policromía. Está constituido por un banco, interrumpido a ambos lados por dos puertas de acceso a la sacristía. Sobre el banco, un cuerpo superior con tres hornacinas, la central con la imagen de la Virgen, con puerta trasera de comunicación con el camarín. Los dos nichos laterales albergaban los lienzos de San Pedro y San Pablo, más tarde trasladados a los muros del templo y hoy guardados, ambos de autor anónimo y del siglo XVIII. Las hornacinas resultantes fueron ocupadas por sendas tallas.
El nicho alto fue previsto para la instalación del Cristo. El coronamiento del retablo presenta una vistosa decoración de rocallas y acantos.

Los dos muros laterales de la nave contienen dos retablos pequeños muy similares, de estilo rococó, y policromados, construidos en 1790, dedicados en origen uno a Santo Domingo de Guzmán y el otro a San Juan Bautista, aunque hoy acogen otras tallas de factura más moderna.
Dos pilas de agua bendita, una de la época de la fundación de la ermita y otra de comienzos del XIX, ambas de piedra, se sitúan a los pies de la nave, bajo el coro.

El púlpito actual, de 1799 vendría a sustituir al de 1724 es una sencilla pieza cuyas pinturas imitando mármoles fueron sustituidas a mediados del siglo XX por otras de escaso valor.
A los pies de la nave, un coro alto con antepecho de madera albergó un antiguo órgano del siglo XVIII, de pequeño tamaño, procedente de otro lugar y adquirido el año 1832, y posteriormente sustituido por el actual armonio.

LA VIRGEN DEL AMPARO

La imagen de Ntra. Sra. del Amparo es una imagen de vestir, del XVI, de bulto redondo y autor anónimo, procedente de Italia. Fue hasta comienzo del siglo XVIII la única imagen que recibió culto en la ermita. Lleva al Niño Jesús, que no sería el original, sino probablemente obra del XIX de Fernando Estévez. La corona imperial de la Virgen, el rostrillo y la coronita del Niño, son finísimas labores de orfebrería en chapa de plata repujada. Las andas de la Virgen, bella obra de orfebrería en chapa de plata repujada, no son las originales, y podrían datarse dentro de la segunda mitad del siglo XVIII, dentro de un estilo rococó. El sol, en plata, fue donado por el pueblo y está formado por una alternancia de rayos rectos y flameados, que parte de un soporte formado por una banda oval profusamente repujada. De él prenden unas finas estrellas de plata. Igualmente decorados están el basamento y la luna de los pies de la imagen.

EL CRISTO DEL AMPARO O DEL ALTAR MAYOR

El ático muestra la escultura de bulto redondo, del siglo XVIII del llamado Cristo del Amparo, obra anterior a la fábrica del retablo, y donado a la ermita por don Juan José Sopranis de Montes de Oca. El diseño del retablo tuvo en cuenta las dimensiones de esta talla para situarla en la hornacina del ático.

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

Entre los años 1726 a 1732 llegó a Icod este Santo Domingo, de factura mejicana, propiedad del alférez don Pablo Perdomo Béthencourt, que iría destinado a un retablo en la iglesia del convento franciscano. En el año 1774 doña Bernarda Isabel Pérez Domínguez, miembro de esta familia, pidió a los franciscanos permiso para trasladar la imagen a su capilla de los Dolores, donde recibió culto hasta el año 1778, en que los patronos de esta capilla, por haber adquirido un Santo Domingo de mayores proporciones, donaron el anterior a la ermita del Amparo, por cuyo motivo se le dedicó uno de los retablos laterales y hoy se encuentra en el retablo principal.

¿SABÍAS QUE…?

La celebración de la festividad de la Virgen del Amparo fue, en épocas pasadas, la más importante del municipio, y solamente vino a superarla en el siglo XIX las fiestas mayores de Icod, primero en honor del Nazareno y luego al Cristo Rescatado o del Calvario.
La decoración de la media naranja tuvo siempre un carácter especial, mantenido hasta la actualidad. La puerta principal se decoraba con un gran bizcocho llamado bollo, recubierto de alfeñiques, que eran pequeñas figuritas de azúcar decoradas con colores y dorados, complementado con cintas de seda, de vistosos colores. La decoración se completaba con hojas de palma, flores y ramas de laurel y poleo y los enormes cestos de frutas, pendientes del artesonado, con productos del campo, muy elaborados con hiladas y rosarios de frutas, y rematados con cintas multicolores. Y las madamas, a base de grandes muñecos de pan, adornados con lazos y vestidos de papel de mucho colorido, para ser colocados en las esquinas del techo.

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