Alonso Fernández de Lugo instala un ingenio azucarero en las mejores tierras de Icod, que estaría según los documentos de la época, entre el río de Icod y la hacienda de Cristóbal de Ponte. Se construye en el llamado Río de Icod. La construcción de molinos de agua que daban servicio primordial a los vecinos de estas primeras zonas pobladas tendría lugar junto al barranco, por la disponibilidad de agua de las fuentes que existían y la proximidad al caserío. Junto a la actual calle del Barranco había un molino de agua que está próximo al antiguo túnel, que más tarde se convertiría para molienda de harina. El vecindario lo denominaría de la escalera o del barranco. Por su proximidad al barranco, el molino era afectado por frecuentes avenidas, interrumpiendo la molienda. Fue casi destruido durante un temporal. Este molino, el más alto y sólido, es el que está a la salida del callejón del barranco.

Tiempo después, el terreno del Adelantamiento se fragmentó en pequeñas fincas que se entregaron mediante tributo a vecinos. Las aguas procedentes de las fuentes del Río de Icod se destinaban a los cultivos de caña y al molino. Existía un estanque desde donde se repartía agua a los regantes para sus viñas. La distribución ordenada de aguas se puso en manos de un repartidor o acequiero, con cierta autoridad y nombrado por los regantes. Recorría los nacientes y velaba por el buen estado de los canales. Se le pagaba un salario proporcional a las cantidades de agua adjudicadas a cada uno.
A la salida de Icod, sobre el barranco, en la zona donde se solía lavar se puso un puente de madera costeado por los vecinos, que estuvo de servicio hasta el siglo XIX, cuando fue sustituido por el puente de mampostería preparado para hacer pasar la carretera Icod-Guía de Isora.