La Hacienda de Boquín se encuentra al borde del Barranco de Caforiño, en una zona elevada del paraje conocido como Ruiblás. Es una construcción levantada en el siglo XVII, que ocupa una hacienda con terrenos de cultivo adaptados al desnivel, y diversos nacientes para el riego. La construcción domina todo el Valle de Icod y conserva los elementos propios de la arquitectura tradicional de la zona en balcones de madera, uso de mampostería, y cubierta de tejas.
La Hacienda está incluida en el Paisaje Natural Protegido Acantilados de la Culata, y además, su significación histórica la ha hecho merecedora de ser incluida en el ámbito de protección del Conjunto Histórico de Icod de los Vinos, declarado Bien de Interés Cultural.

Según el cronista Emeterio Gutiérrez López, la Hacienda de Boquín tomó su nombre del primer Corregidor de Tenerife, don Jerónimo Boquín y Prado, quien probablemente edificó las casas de la hacienda, aunque el corto período de gobierno, entre el 1 de julio de 1631 y su muerte, acaecida el 13 de febrero de 1632 hace pensar que serían continuadas por sus sucesores don Cristóbal Cipriano de Rojas y el capitán Domingo Boquín, o bien que él o sus familiares ya tenían negocios e intereses en la Isla desde antes de 1631.
Jerónimo Boquín y Prado procedía de una familia de origen genovés naturalizada en Cádiz, ciudad en la que fueron regidores y donde practicaban el comercio y las actividades financieras. Relacionados con los Cibo de Sopranis, familia genovesa asentada en las islas desde fines del siglo XV, poseían un mayorazgo en Canarias. Los apellidos Sopranis y Boquín se conservaron en Icod durante generaciones en el siglo XVII, de modo que es plausible que la propiedad formara parte del patrimonio familiar al menos desde el primer tercio de aquel siglo y que a partir de entonces se iniciase la construcción de la hacienda.
En cuanto a los orígenes remotos de la propiedad, los indicios más fiables parecen señalar que esta zona pertenecía al clérigo portugués Ruy Blas, que fue acrecentando los terrenos con que se le dotó en la viña de La Lomada en 1505 y 1507. Tras su fallecimiento, sus propiedades pasaron a manos de sus dos herederos, su hijo natural Antonio Martín y su sobrina Catalina Pérez; fue a esta última y a su marido el portugués Ruy de Matos a quienes finalmente legó la conocida como viña de La Lomada.

A comienzos del siglo XX la hacienda era propiedad de María Pérez Díaz, hermana del industrial Antonio Quintín Pérez Díaz, quien se había hecho con las mejores fincas del antiguo vínculo de los marqueses de Santa Lucía. Siendo ella propietaria, en otoño de 1920 se alojó allí Bronislaw Malinowski y su familia. El contacto de este prestigioso investigador con este lugar pudo haber tenido lugar durante la estancia en Londres de don Antonio Quintín Pérez Díaz y su esposa Elisabeth Voituriez Valdembroque, motivado por la realización de ciertos estudios de electromecánica con el objetivo de montar la planta eléctrica de Icod de los Vinos.

Según datos del catastro de 1958, la finca denominada Boquín abarcaba unas 17 hectáreas, de las cuales gran parte se dedicaban al cultivo del plátano, y otra parte a policultivo, quedando la vid como cultivo residual. Su último propietario fue el catedrático de Derecho Internacional de la Universidad de La Laguna Dr. Antonio Pérez Voituriez que vendió la propiedad al Cabildo de Tenerife en 1997, instalándose un aula de naturaleza destinada preferentemente a la realización de visitas escolares para dar a conocer las actividades relacionadas con el mundo rural y la actividad agrícola, con el objeto de favorecer la conservación del patrimonio local y potenciar la cultura del agua. La finca es exponente de una gran variedad de flora autóctona como palmeras, dragos, viñátigos, fayas, barbusanos… lo que motivó su inclusión en la declaración de Paisaje Natural Protegido Acantilados de la Culata, según acuerdo de la Comisión de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente de Canarias de 26 de marzo de 2009 .