Iglesia San Marcos

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La iglesia parroquial de San Marcos es uno de los templos más antiguos y relevantes del municipio, cuyas características constructivas, historia y enorme valor artístico le han hecho merecedor de la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento, el año 2006. Protagoniza el templo y su advocación la imagen de San Marcos, talla gótica, probablemente del siglo XV y de influencia flamenca, que ocupa el nicho central del cuerpo alto de retablo. La tradición afirma que fue encontrada por los guanches antes de la conquista de la isla, en la orilla del mar. Pudo ser un hallazgo procedente de una misión evangelizadora de la zona, o bien traída por antiguos pobladores que vinieron a asentarse desde tierras lejanas, según textos que relatan testimonios de viejos guanches; el caso es que la imagen fue depositada en una cueva junto a la playa de San Marcos, en un lugar que ya tenía cierta significación espiritual por ser lugar donde los guanches depositaban a sus muertos.

historia - la construcción del templo

El primer grupo de conquistadores instalados en Icod lo hace en la margen derecha del barranco conocido como Río de Icod, que pasa junto al conocido Drago Milenario. Construyeron sus casas y una pequeña ermita donde colocaron la imagen de San Marcos, como patrono de dicha población. La llegada de nuevos pobladores, portugueses en su mayoría, obligó a ampliar el templo hacia 1541, cuando se construye la capilla mayor. Años más tarde, en 1564 se contrata al cantero Juan Rodríguez para construir tres arcos de cantería y la portada, pero renunció al trabajo, dando paso a la incorporación de Miguel Antunes, que fue finalmente el artífice de la portada entre 1575 y 1577. Nuevas obras tuvieron lugar entre 1640 y 1649, que modificaron sustancialmente el tamaño del templo y que supusieron también el traslado de la portada desde su emplazamiento original al actual, en el muro lateral. En 1655 se sustituyen las bóvedas góticas por techumbres de par y nudillo, aunque se conserva un arco toral gótico sobre pilastras de fuste fasciculado, anterior a la segunda década del XVI. En 1701 se aumenta la altura de las naves y capilla mayor; en 1794 se levantan los muros y se amplía el templo hacia los pies para colocar un nuevo coro, de mayor capacidad, y se ordenó además la compra de casas que lindaban con la parte sur para construir una plazoleta. En las primeras décadas del siglo XIX se acometen la balaustrada del presbiterio, el cancel de la puerta principal y el coro.

Exterior del templo

En el exterior, la portada principal es uno de los ejemplos mejor acabados de estilo tardorenacentista en Canarias. Su estructura clasicista presenta un arco de medio punto, dos columnas estriadas sobre pedestales, un friso en cuya parte central podemos contemplar una cabeza alada, y por encima del entablamento, un frontón con un óculo de iluminación en el centro, volutas a los lados y un remate curvo. Destaca en este conjunto el trabajo de carpintería de las puertas, talladas a base de octógonos de gruesas molduras rematados con clavos de bronce. Una inscripción recorre el marco superior de las puertas, donde aparece la fecha de 1742. Llaman la atención los nombres de los donantes grabados en la madera que aparecen a nuestros ojos si nos acercamos a mirar con detalle: Miguel Peniche, Salvador Hernández Núñez, José Garcés, Manuel de Acosta, Luis Hernández, y algunos otros, junto con varios que hoy permanecen ilegibles. Además de la fachada, el único elemento destacado al exterior es la torre, de cuatro cuerpos, con un remate en forma de pirámide y pináculos en los vértices.

El espacio interior

El edificio que contemplamos hoy tiene tres naves y un total de ocho capillas; tres en cada una de las laterales y dos más a los pies del templo. Separan las naves arquerías de medio punto apoyadas en columnas lisas. Naves y capillas aparecen cubiertos por artesonados mudéjares, destacando el de la nave central, el de la Capilla de las Ánimas y el del presbiterio. A los pies del templo se localiza un coro bajo, en la parte inferior de la tribuna, con un bello antepecho tallado.

CAPILLA Y RETABLO MAYOR

El artesonado y el retablo que hoy contemplamos son obra de principios del siglo XVIII del maestro icodense Bartolomé de Acosta. El artesonado tiene forma ochavada y presenta relieves vegetales y policromía cubriendo toda su superficie, lo que lo convierte en único en Canarias.
El retablo se divide en dos cuerpos y un gran ático, con cinco calles en cada una, separadas por columnas helicoidales, y está dorado y policromado. Llama la atención por estar profusamente decorado, y además alberga un interesante conjunto de imágenes en sus hornacinas de arcos polilobulados: desde abajo podemos contemplar a San José y el Niño atribuidos a Martínez Montañés; Virgen de la Esperanza, sujetando al Niño, de posible taller andaluz del siglo XVII; San Francisco Javier, de segunda mitad del XVII, de taller peninsular, y San Diego de Alcalá, del círculo de Pedro de Mena.

En en cuerpo superior, San Pedro de Alcántara, de posible taller barroco sevillano, un San Rafael, de los primeros años del XVII; Santa Rosa de Viterbo, y un San Francisco de Asís, que perteneció a la capilla de los Dolores. La hornacina central está ocupada por la imagen gótica de San Marcos. De todas ellas, San Francisco Javier, San Pedro de Alcántara y Santa Rosa de Viterbo proceden del convento franciscano.

Destaca en el conjunto el tabernáculo de plata, con una potente estructura piramidal. Realizado en madera revestida de plata, de estilo rococó y gran profusión decorativa, perteneció a la iglesia parroquial de los Remedios de La Laguna, comprado para Icod en 1810 por doña María del Amparo Luis Madero. Sobre el tabernáculo, encontramos el Cristo de la Expiración, procedente de la capilla de la Magdalena del convento franciscano.

CAPILLA DE LA ENCARNACIÓN

Junto a la cabecera se encuentra esta capilla, mandada construir por el capitán Antonio Afonso de Alvarnás y su esposa María Hernández de la Guardia y Romero en 1574. Tiene planta cuadrada y cubierta de tipo mudéjar con decoración de aspas y crucetas dispuestas en ajedrezado en su almizate (pieza central). Su retablo original, con un cuadro con la Anunciación de finales del XVI, actualmente en el Museo, fue sustituido por otro retablo en el siglo XVIII, de madera; el nicho central aparece ocupado por Ntra. Sra del Rosario, de la primera mitad del XIX, posible obra de Fernando Estévez, y considerada co-patrona de Icod. Junto a ella, un San José con niño en brazos, de buena calidad, posiblemente de José Rodríguez de la Oliva, de segunda mitad del siglo XVIII. A los lados del nicho central, San Antonio de Padua y San Roque, obras barrocas del XVII, ambas doradas y estofadas, con policromía, la primera de ellas procedente de la iglesia del convento de San Francisco. Un San Miguel, de la segunda mitad del XVI, que antes estuvo en el retablo mayor, remata el ático.

CAPILLA DE LOS DOLORES

Situada junto a la capilla de la Encarnación, fue originariamente dedicada a la Virgen de Candelaria y San Francisco de Asís, pero cambia de nombre en 1730. Su retablo acoge un conjunto de imágenes en sus cuatro hornacinas, de las que destaca el Cristo de la Dulce Muerte, de origen americano, datable en el siglo XVIII que está en la hornacina central, espacio que a lo largo de los años acogió al Cristo Rescatado que hoy está en la ermita del Calvario desde 1870, más tarde el Cristo de la Expiración. En el mismo nicho se hallan la Virgen de los Dolores de 1872, y San Juan Evangelista, de carácter industrial de finales del XIX. La Verónica y la Magdalena ocupan nichos laterales. En el coronamiento había un gran cuadro con la virgen de los Dolores, que estuvo hasta los primeros años del siglo XX. En su lugar hay hoy un nicho alto con las imágenes del Señor Preso y San Pedro, adquiridas en 1680.
En un nicho en la mesa de altar se encuentra el Señor Difunto, talla que procesiona únicamente el Viernes Santo. Es de origen mejicano, y está realizado con la técnica empleada por los indios tarascos del estado de Michoacán, en Méjico.

¿SABÍAS QUE…?

Los llamados en Méjico cristos tarascos eran imágenes hechas con una pasta vegetal muy ligera preparada con la médula de la caña del maíz mezclada con goma, que hacían los indios que vivían en torno al lago de Pátzcuaro, en el estado de Michoacán. Este pueblo dominaba diversas técnicas artesanales aprendidas de la cultura precolombina. Los antiguos tarascos tenían por costumbre llevar a cuestas a sus ídolos en sus fiestas, en cambios de asentamiento de sus poblados e incluso en sus luchas con otros pueblos, por lo que idearon esta técnica para aligerar las imágenes que transportaban. Esta técnica se generalizó para la ejecución de Cristos de poco peso, empleados en ceremonias de descendimientos en el Viernes Santo. Cabeza y extremidades van talladas en madera, pero el resto del cuerpo es hueco con la pasta nombrada, que le da un aspecto acartonado.

CAPILLA DE LAS ÁNIMAS

Comunicada con la capilla anterior, se encuentra esta capilla construida por la Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio. Dos elementos llaman poderosamente nuestra atención: la techumbre de madera de estilo portugués con tableros pintados, como la que cubre el presbiterio de la Capilla de los Dolores, junto al convento franciscano, y que aquí representa perspectivas arquitectónicas e imágenes de ángeles con símbolos del purgatorio, y el gran Cuadro de Ánimas que preside la capilla, el mayor realizado de esta temática en el archipiélago, obra del pintor portuense José Tomás Pablo, hacia 1750. A los lados de este cuadro, dos pequeñas pinturas representando a Santo Domingo y a San Francisco, penitentes, e incrustado en el lienzo, un nicho con forma de venera que acoge a una Virgen del Carmen, adquirida a fin del XIX. La predela del retablo guarda un venerado Lignum Crucis donado por la familia de Lorenzo-Cáceres, de Icod (el lignum crucis es una supuesta reliquia procedente de la cruz en la que Cristo fue crucificado).

CAPILLA DE SAN PABLO, HOY DEL CORAZÓN DE JESÚS, Y CAPILLA BAUTISMAL

La primera contiene un retablo clasicista del XIX con el Señor de la Humildad y la Paciencia , imagen sedente del siglo XVIII, cuya iconografía se extendió por las islas en el siglo XVII, y representa a Cristo sentado, con actitud pensativa en los momentos previos a la crucifixión, iconografía basada en la figura alegórica de la Melancolía, divulgada en un grabado de Alberto Durero. 

Esta imagen recibió culto en el convento de Monjas Bernardas, y trasladada tras el incendio de 1798 a la ermita de Ntra. Sra. de los Afligidos, en el Calvario, donde estuvo hasta 1870, trayéndose después a San Marcos. La capilla del bautismo, a los pies de la nave norte, custodia una pila barroca de mármol, que no es la que en origen había, de cantería, trasladada a la iglesia de San Antonio de El Tanque.

CAPILLA DE SAN GONZALO

Esta capilla situada en el lado sur está dedicada a San Gonzalo de Amarante, santo portugués que tuvo mucha devoción desde el XVI y cuya imagen debió de llegar a Icod a mediados de ese siglo. La capilla cuenta con una sencilla tribuna de celosía de madera, y un retablo barroco de madera con cuatro nichos, el superior con la imagen de San Gonzalo, sobre peana, obra de mediados del siglo XVI, fecha de construcción de la capilla. En el nicho central hay un Sagrado Corazón de Jesús adquirido a finales del XIX En uno de los lados aparece una imagen de Ntra. Sra de los Reyes, obra del siglo XVI, y en el otro nicho, San Juan Bautista, de taller andaluz, y procede del convento franciscano.

CAPILLA DEL SOCORRO

Situada en la nave sur, entre la puerta principal y la capilla de San Gonzalo. Un vistoso retablo barroco profusamente decorado y policromado, con un único nicho, alberga una Purísima, bella talla procedente de taller peninsular del XVII, y un pequeño nicho en la predela que acoge una imagen de vestir de Santo Domingo de Guzmán.

CAPILLA DE LA ESPERANZA

Situada entre la puerta principal y la torre, en el lado sur. Conocida en un principio como capilla de la Asunción, luego de la Esperanza y ahora, capilla del Gran Poder de Dios. Protagonizada por un retablo barroco que acoge diversos cuadros y un único nicho con la imagen del Gran Poder de Dios, una variante del XVIII del Señor de la Humildad y Paciencia, que aparece igualmente sentado y en la misma actitud pensativa, pero ahora momentos antes del Prendimiento. Lleva túnica de terciopelo y peluca natural. La tabla a la derecha de la hornacina representa la Institución de la Eucaristía. La de la izquierda, a una santa arrodillada ante un altar, recibiendo la comunión. La tabla central superior es una representación de la Inmaculada; a la derecha, una alegoría basada en la protección dispensada por los reyes de España a la Iglesia; a la izquierda, una representación del culto sacerdotal a la Eucaristía.
En la tabla superior, un Cristo crucificado que recuerda a las atormentadas representaciones de Rubens. En la predela, diversas figuras alegóricas, que quedaron ocultas bajo una capa de pintura.

CAPILLA DEL NAZARENO

A los pies de la nave sur, lindando con el coro, y al otro lado de la capilla bautismal hay un espacio que se transformó para acoger una capilla, que se cubre con techumbre de madera y contiene un retablo de madera; este acoge la imagen del Nazareno, una de las más veneradas de Icod, obra del discípulo de Martínez Montañés, Martín de Andújar Cantos, del siglo XVII, quien tuvo taller en Garachico y es considerado el mejor escultor de Canarias.

CORO

A los pies de la nave central se sitúa el coro, de estilo neoclásico acabado en 1817. Organizado en dos alturas, la superior cerrada con antepecho bellamente decorado, mientras que la parte inferior acoge la sillería, y se encuentra sobreelevada respecto del nivel del suelo, disposición única en Canarias. Bajo él queda la sala que acoge el Museo parroquial. El cierre de este espacio es una reja de balaustres y arquillos, de madera. En este espacio, además del órgano, adquirido en 1885, vemos algunas pinturas en sus muros.

LA CRUZ DE FILIGRANA

A los pies del templo se exhibe una de las obras más relevantes del patrimonio icodense: la cruz de filigrana de plata. Es pieza única en el mundo por ser considerada la mejor y más grande obra en filigrana conservada. Es una bellísima pieza de 47 kg de peso y una altura de 2,40 m. Labrada en La Habana por el orfebre oscense Jerónimo de Espellosa, afincado en la isla de Cuba, por encargo del deán de la catedral de Santiago de Cuba Nicolás Estévez Borges en 1665 y donada en origen a la capilla de la Magdalena del convento franciscano del Espíritu Santo de Icod. Las primera noticias aparecen en una carta fechada en 8 de enero de 1663. Por diversas circunstancias la cruz no llegó a Icod probablemente hasta 1667. Con la desamortización, la familia Fernández Linch, heredera del patronato de la capilla de la Magdalena, cedió la cruz a la iglesia de San Marcos. La filigrana recubre por completo la cruz desde su base octogonal, siendo esta parte la que concentra el trabajo más sobresaliente. Esta magnífica pieza estuvo expuesta en la Exposición Universal de Sevilla en 1992 en el Pabellón del Vaticano.

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