Esta vivienda, que fue sede del antiguo “Hotel Milán”, destaca en el inicio de la calle San Antonio por el porte señorial que le otorgan sus balcones de forja, de aspecto neoclásico, en contraposición a la tipología del resto de viviendas tradicionales de su entorno.

Esta vivienda dispone de un hermoso patio interior de planta cuadrada, que al entrar nos recuerda al de la casa de Lorenzo Cáceres por la disposición de sus columnas en la entrada. El patio cuenta con suelo de piedra y un aljibe, y está cerrado en tres de sus lados; el cuarto, el de la entrada, presenta dos grandes columnas de madera sobre pedestales en piedra y remate con zapatas con adornos barrocos de tipo vegetal. Al fondo del patio, en el eje de la entrada, un gran arco de medio punto daría acceso a un patio trasero. Planta baja y entreplanta se abren mediante una serie de ventanas y puertas, que en el frente correspondiente a la entrada presentan dos balcones de hierro. La planta superior aparece cerrada mediante grandes ventanales acristalados, de guillotina. Una tribuna comunicaba la vivienda con el antiguo Hospital de Dolores.

Las gárgolas o canalones, permitían desalojar el agua de lluvia hacia la calle, en la parte alta de las fachadas. Es habitual ver canalones en muchas viviendas caminando por las calles de Icod, de diferente material y tipología, ya que eran elemento habitual en las construcciones tradicionales. Las más habituales eran las gárgolas denominadas de cañón, de tradición plateresca, y se colocaban en aquellas casas sin tejado que necesitaban desaguar el agua de lluvia. Con esta función se colocaban estas piezas, con el suficiente vuelo para evitar mojar a los viandantes. Curiosamente, en Tenerife, muchas de estas gárgolas tenían función únicamente decorativa, como elemento de distinción, ya que se colocaban en ocasiones en viviendas que sí disponían de tejado curvo detrás, y no azotea plana. En el caso de la Casa de los Marqueses de Santa Lucía, las gárgolas cumplían su función, ya que la vivienda dispone de azotea.